viernes, 19 de abril de 2013

Todos somos héroes


     ¿Poder volar? Atravesaría el cielo nocturno, vería las luces de la ciudad titilando a lo lejos, supurando almas que vienen y van, siempre a punto de desaparecer, siempre a punto de explotar.



     ¿Cruzar la colina? Vería quizás un paisaje desconocido, pulsos de vida viva que jamás antes sentí, rostros que se cuelan por una nueva ventana, y que en un instante se convierten en odio, amor, y que se en su propia pasión desaparecen, dejando huellas que se extinguen poco a poco, como rastros de bengalas amargas en la memoria.


     
     ¿Atravesar la puerta? Descendería en una tenebrosa espiral de anhelos cubiertos por el polvo fino e indulgente de la juventud, buscando el tesoro, el enemigo escondido que respira negrura en el rincón, perdido por siempre en la mazmorra sin fin donde dormitan los sueños ocres y mustios que aguardan inciertos, hijos de una hechicería íntima, inconfesable, recóndita y sí, también caduca.



     Si quisiste todo eso alguna vez, si en un momento pensaste que dentro de tu cabeza bullían mundos, galaxias enteras que nacían y morían en fracciones de segundo, si alguna vez estuviste justo donde estás ahora, y a la vez lejos, en un país que solo era tuyo, indómito y maravilloso, entonces es porque dentro de ti, siempre fuiste un viajero.


  
   Y si alguna vez sentiste que aquel mundo privado y hermoso estaba en peligro, si algo en tu interior se revolvió cuando el viento quiso arrancar ese pequeño pedazo de ti que revoloteaba, siempre hermoso y frágil, como una cometa en la playa, si hay algo que es solo tuyo, y sigue vivo, entonces es porque dentro de ti, siempre fuiste un héroe. 


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